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La reflexología es una terapia manual complementaria que se basa en la aplicación de presión o masaje en áreas específicas, principalmente de los pies (reflexología podal), las manos o las orejas, que se denominan zonas reflejas.
¿En qué consiste y para qué sirve?
El principio fundamental de la reflexología es que estas zonas reflejas son un «microcosmos» o un mapa del cuerpo entero, y que cada punto se corresponde con un órgano, glándula o sistema corporal.
Al estimular estos puntos de presión con técnicas manuales, se busca:
- Promover la Relajación Profunda: Es uno de sus usos más comunes. Ayuda a reducir significativamente el estrés, la ansiedad y la tensión mental y física, favoreciendo una sensación de bienestar general.
- Aliviar el Dolor: Se utiliza como un método paliativo y complementario para reducir diversos tipos de dolor, como dolores de cabeza, migrañas, dolores de espalda y molestias musculares o articulares.
- Mejorar la Circulación: La presión y el masaje en estas zonas ayudan a activar la circulación sanguínea y linfática, lo que favorece la oxigenación de los tejidos y la eliminación de toxinas.
- Estimular la Autocuración y el Equilibrio: Según la teoría, al desbloquear los canales de energía y estimular los puntos reflejos, se ayuda al cuerpo a restablecer su equilibrio natural y a optimizar el funcionamiento de los órganos y sistemas internos (digestivo, respiratorio, hormonal, etc.).
- Mejorar la Calidad del Sueño: Al inducir un estado de relajación, es frecuentemente recomendada para personas con insomnio o dificultades para conciliar un sueño reparador.
Aunque la más conocida es la Reflexología Podal (en los pies), también se aplica la Reflexología Palmar (en las manos) y la Auriculoterapia (en las orejas), todas con el mismo objetivo de estimular las zonas reflejas correspondientes.
